sábado, 20 de diciembre de 2014

No sé que nos está pasando.

Me duele, ¿saben? Duele ver a puertas de una festividad que yo aprecio mucho, como la Navidad, mi familia esté cómo... Enojada.
Mi mamá es lo peor de todo. Prácticamente se enoja por lo que sea. POR LO QUE SEA.
Y, para mi al menos, no trata de ni siquiera hacer algo por sí misma.
Hoy la cachorra le volvió a destrozar el jardín. Miren, si su perro hace eso una vez mientras es cachorro, ¿volverían a plantar flores de tallo grande a sabiendas de que el cachorro, que todo lo toma a juego, las destrozará una y otra vez?
Yo no lo haría, prefiero ahorrarme la molestia.
Pero no, ella está ahí de terca. Añádanle a eso el hecho de que está resfriada y sigue exponiéndose al frío, sigue siendo una EXAGERADA cuando tose, so pretexto "Ay es que así me sale la tos". Mentirosa. Así JAMÁS te sale una tos. No llevaré clínicas ni semiología aún, pero es evidente de que ella lo hace a propósito, y mientras siga haciéndolo, su garganta quedará peor.
Pero no, maldita sea, no quiere entender y yo me estoy cansando. Se me acaba la paciencia.
Últimamente estoy tomando mayores cantidades de café, y es que solo con eso me relajo. Y es que estar aquí me estresa, estar encerrada en la misma casa por ya 18, casi 19, años me estresa y saca de quicio. Y lo que es peor, levantarme cada mañana sabiendo que mi mamá seguirá malhumorada y desquitándose con el primero que se le cruce, me estresa y desanima más, tanto que ya dan ganas de llorar. Ni siquiera por mi tío Martín quiere cambiar.
Yo ya no puedo.
Maldita sea que ya no puedo.
Mi nudo en la garganta me está pesando, de veras que me incomoda.
Y de nada sirve aconsejarla, porque no quiere entender, no quiere escuchar. Al diablo su ego.

Yo no quiero más.

Grenade Heart

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